La visita guiada no será amenizada por expertos grupos
gaditanos en teatralizar dichos actos. A diferencia de cómo ocurre en el “Día
Mundial del Turismo”, según informa el propio Ayuntamiento, el objetivo, en este
caso, no es “dar a conocer a los gaditanos y visitantes los atractivos con los
que cuenta nuestra ciudad” (http://www.institucional.cadiz.es/actualidad/el-ayuntamiento-organiza-unas-jornadas-con-motivo-del-d%C3%ADa-mundial-del-turismo),
si no todo lo contrario, motivo por el cual espero que se conformen con esta
humilde servidora.
Comenzaremos nuestro viaje desde el casco antiguo, más
concretamente desde la zona del puerto y, más concretamente aún, a los pies de
la alegoría que, en honor al bicentenario, recibe a los llegados a Cádiz por
mar.
No me extenderé demasiado en este punto de encuentro. Pocas
cosas quedan ya por decir con respecto a tal alarde de elegancia (sus rótulos a
base de luces de colores recuerdan al famoso cartel de Picadilly Circus, en
Londres). En el caso de su hermana gemela, además, han sabido enriquecerla,
certeramente, con palabras sinceras como “libertad” y “derechos”. ¿Qué
trabajador gaditano no ha sido, aún, testigo orgulloso de la libertad con la
que recortan sus derechos y emplean el fruto de sus deberes contributivos en
estas indispensables estructuras?
Pero pasen, pasen y vean queridos amigos. Crucemos a la
acera derecha que nos encamina a la tan esperada avenida.
A pesar de haber sido recientemente restauradas, las lozas
de la citada acera están sutilmente levantadas y crea incertidumbre al caminar.
Pero no. No sean mal pensados, no se trata de un fallo técnico.
¡Qué duda cabe de la gran oferta de ocio ofrecida en nuestra
ciudad! Pues gracias a esta limitación mínima de hormigón, todo el que pasee
por aquí podrá sentirse como Indiana Jones escapando del templo maldito o
tendrá la oportunidad de aprender el balanceo de caderas, izquierda-derecha,
característico de la danza del vientre si, con paciencia, se sitúa sobre una de
las lozas y se deja llevar por su cautivador contoneo.
¡No crean que las emociones fuertes y la diversión finalizan
en este punto! A escasos metros, una nueva aventura les aguarda. Esta, eso sí,
está más vinculada a los que van sobre ruedas.
Reconocer, antes de nada, lo inapropiado de ir con una
bicicleta sobre una acera pero la ausencia de carriles bici y el miedo a morir
atropellado, a veces, lleva a comportamientos incívicos.
Dicho esto, al llegar para cruzar con tu bici o en silla de
ruedas frente a la puerta de Astillero, debería de haber un cartel, al estilo
“Aquapark”, que advirtiera de que vas a subir a unos “Rápidos” de secano.
Las turbulencias vividas ante este tramo de avenida son de
diez vibraciones por segundo aproximadamente. Hay marcapasos y niños poco
habilidosos con sus regalos de reyes, incapaces de afrontar tales estampidas,
consecuencias del mal estado del suelo.
Poco antes de llegar a la rotonda que pone punto y final a
este estimulante recorrido nos encontraremos la última catastrófica desdicha o
atracción del parque temático “Asti-World”. El “Descenso”. A ambos lados de un
paso de peatones menos respetado que El Rey últimamente, se ubican dos
adoquines con la altura de un tacón de Lady Gaga. Cualquier incapacitado que
desee hacer uso de él tendrá serias complicaciones (y digo serias porque a pesar
del tono irónico y cómico de este artículo de opinión, todo su contenido es muy
serio).
Y hasta aquí la visita turística que pretende dar a conocer
a los gaditanos y visitantes la falta de atractivos con los que cuenta nuestra
ciudad, nunca con el objetivo de ser derrotistas sino autocríticos y con la
esperanza de que las cosas puedan mejorar.
La verdad es que está de pena esa carretera, la uso a diario y está cada día peor.
ResponderEliminarYo soy otro de esos que usan casi a diario esta carretera, que uno no sabe si es mejor que el paseo marítimo o no. A media altura tiene un semáforo que no tiene ni línea donde pararse, así como los mejores baches y peores remiendos todos juntos que sólo hacen dar una mala imagen de la ciudad.
ResponderEliminarMuy buen artículo. Ya era hora de que alguien dijera algo sobre el estado de las calzadas en Cádiz, que son verdaderamente una pena. Agujeros y rajas por doquier. Luego aparece la Teo en muletas. Normal.
ResponderEliminarYa no hace falta irse a Grazalema para hacer senderismo, coger por ahí es exactamente igual ¡y dentro de la ciudad! Como siempre, "Con el Ayuntamiento de Cádiz, SI"
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