Estimado Señor Rajoy: La paciencia sin esperanza se acaba

Estimado señor presidente del Gobierno:

Le escribo esta carta desde Cádiz después de haberle escuchado decir en público que tenemos que tener paciencia ante la situación en la que nos encontramos.

En Cádiz llevamos casi cuatro décadas esperando que se arregle el paro, las desigualdades sociales y que a alguien se le ocurra una solución a este drama. Con esta crisis actual solo ha empeorado, no se imagina usted hasta qué punto. ¿Le parece eso poca paciencia?

Ya he perdido la cuenta del número de planes de empleo inútiles que se han puesto en marcha. Ni el Gobierno central, ni la Junta, ni los ayuntamientos de todos los colores políticos han aportado nada contundente en este tiempo.

Cuarenta años equivalen a otra dictadura, esta económica, y a la sensación de sentirte vendido y estafado. ¿Cuántos nos habrán prometido hasta el momento el oro y el moro? ¿Cuántos se han enriquecido a nuestra costa? ¿No hay opciones reales para Cádiz?

La paciencia se ha transformado en esta tierra en un narcótico. Si eso es lo que quiere para el resto de España dígalo. Ya no nos creemos ninguna promesa de nadie. Aunque sea algo injusto, estamos escarmentados y desilusionados.

Durante el pasado año 2012 vino usted por aquí en varias ocasiones para celebrar el bicentenario de la primera constitución liberal. Ha sido una conmemoración con muchas palabras bonitas pero, ¿para cuándo transformar esas palabras en una realidad?

Reconozca que no tiene ni idea de cómo salir de esta. Que solo cumple órdenes, es lo que transmite. Reconózcalo o haga algo que beneficie a los ciudadanos. Para eso tiene que descender de los grandes números de la economía a las pequeñas vidas de los españoles y hacer política desde abajo.

Tendría que dar la cara y aportar soluciones reales a los problemas de las personas. Ocultarse detrás de un plasma solo demuestra el miedo que tiene ante cualquier pregunta que probablemente no tenga respuesta.

Paciencia sobra, señor presidente. Lo que necesitamos es futuro y no falsas esperanzas. Los pobres tendrán paciencia hasta que se les obligue a tirar la toalla. Entonces se hará cualquier cosa por un plato de comida. Es innecesario llegar a ese límite.

Y no es por falta de iniciativas en Cádiz, la provincia o Andalucía. No sabe usted la de proyectos que tenemos los jóvenes andaluces en nuestras cabezas, para eso nos han preparado. Somos fuente de riqueza. No emigramos, nos exilian.

Lo que nos queda claro es que la sociedad no responde a nuestras demandas, cosa que sí hace con las demandas de sus amigos los banqueros y los grandes magnates del yo que sé qué.

No sé si será por aquel dicho que dice que 'más sabe el diablo por viejo que por diablo'. Pero aquí, al sur del sur de la España que usted gobierna, esas palabras suenan a huecas. Será por los milenios que nos preceden y por ese espíritu de vieja resabiada y cicatrices fronterizas que muchos guardan.

Estimado señor Rajoy. La paciencia, cuando se tiene el plato de comida lleno en la Moncloa, solo es una palabra llena de buenas intenciones. Además de una manera de sobrevivir políticamente durante un mes más. Para los que pasan hambre, vergüenza y se sienten humillados esa paciencia se llama desesperación. Lo siguiente es la locura.

Piense que hay sitios como Cádiz donde está lloviendo sobre mojado.